El partido comenzó con una Argentina protagonista que busco el gol casi desde el arranque, pero que se encontró con una Uruguay muy bien parada en la cancha, en la que sobresalieron sobre todo sus dos centrales, Nelson Gutiérrez y Trasante. Solamente Maradona fue capaz de poner en apuros a la zaga celeste, de blanco en el partido, con sus excepcionales arrancadas individuales mientras que el resto de miembros del frente de ataque argentino, Percudani, Tapia y Caniggia fueron bien marcados por un equipo uruguayo, que de a poco fue creyendo en sus posibilidades con un Rubén Sosa muy punzante en todas sus acciones.
Para colmo de calamidades en la primera media hora de partido para Argentina, Percudani dilapido un excelente pase de Caniggia, en una de las pocas oportunidades en las que pudo desbordar a su marcador, sin ni siquiera poder disparar al arco uruguayo. Mientras tanto el “Chueco” Batista avisaba de lo que estaba por venir, con un lanzamiento de falta que se estrello en el poste derecho de la meta de un Islas que estaba completamente vencido. Siguió sin encontrar la selección de Bilardo la vuelta al partido, llegando sobre el final del primer tiempo lo que todos temían, el gol uruguayo, por mediación de un conocido del equipo propietario del terreno de juego, Antonio Alzamendi, que culmino un rápido contragolpe muy bien conducido por Rubén Sosa, tras una buena asistencia de Francescoli, con un disparo no muy ortodoxo pero que venció la resistencia de Luis Alberto Islas. El Monumental intento animar a los suyos con clásicos canticos de la hinchada argentina como el “Vamos vamos Argentina, vamos vamos a ganar, que esta barra quilombera, no te deja no te deja de alentar”.
La segunda parte comenzó con la entrada de Funes por Percudani en el cuadro albiceleste, buscando mayor potencia y profundidad por parte de Bilardo, pero con los mismos problemas para la generación de fútbol en Argentina. De ello se aprovecho una solida Uruguay con un trabajo en el medio de Perdomo, Matosas y Saldaña realmente emocionante, que de cuando en cuando soltaba algún contragolpe peligroso. De hecho pudo liquidarlo en los inicios de la etapa complementaria Alzamendi, pero esta vez salió Islas vencedor en el mano a mano.
Juan Gilberto Funes revoluciono un tanto el ataque argentino, pero pasados los primeros 20 minutos la zaga uruguaya lo ato en corto, volviendo a espesarse el juego argentino ante una Uruguay cada vez mas encerrada en su campo, defendiendo la exigua ventaja que obtuvo en el primer tiempo. Con la entrada de Da Silva en el bando charrúa el ataque uruguayo se reavivo, volviendo a estar más cerca el 2-0 que el empate argentino, solo Islas lo impidió con algunas paradas de autentico merito. Finalmente valió el tanto obtenido por Alzamendi, quedando este partido como una de las grandes hazañas de la historia de la Copa América, en la que una combativa Uruguay dejo fuera de su final a una Argentina que hizo un ejercicio absoluto de impotencia, que escenificaron muy bien Tapia y Caniggia.
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